jueves, 24 de abril de 2008

El pollo y su circunstancia

La carne de ave es una de las más digestivas y ligeras, y viene al caso ahora porque en breve trataremos de las dietas de adelgazamiento. Pero en lo relativo a este simpático y cercano animalito confieso que soy bastante o demasiado selectiva. Lejos de la época en la que los pollos camperos “campeaban” por las cocinas, hoy los producen en serie, sin personalidad alguna, y con una calidad cuestionable.

Por eso, únicamente compro bandejas de pollo de corral en El Corte Inglés, pues no tengo otro lugar de momento que me ofrezca más garantías. (Esto traerá a colación hablar sobre los prejuicios y reservas del cocinero/a, un día de éstos). Mientras tanto, solo cocino el pollo presentado en pechugas, pues su manipulación es muy sencilla y más fácil de comer para los niños de esta manera.

El pollo, guisado con un buen sofrito, es un plato magnífico para introducir en el menú semanal, al tiempo que se pone en valor su salsita. Sabemos que la carne de pollo está muy devaluada, y hay que procurar utilizar la menos mala de las que hay en el mercado, ante la dificultad de encontrar o de criar nosotros mismos un pollo de corral decente.

En otros tiempos, no era necesario seleccionar tanto la mercancía, pues todo lo que llegaba al mercado era bueno; ahora, nos tenemos que meter a gourmets improvisados para intentar que nos vendan los mejores productos con qué cocinar. Algunos pensarán que actuamos como nuevos ricos, pero lo único que buscamos es disfrutar con la comida, como antes, y mantener la salud de nuestra familia.

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