domingo, 27 de abril de 2008

Aceites de primera y de segunda división

El tema del aceite de girasol, y su consumo desaconsejado desde el Ministerio de Sanidad, ante la sospecha de marcas contaminadas, suscita nuevamente alarma y desconfianza en el consumidor, en un producto básico para la alimentación, trayendo a la actualidad el siniestro recuerdo del tema del aceite de colza.


Supongo que el usuario que se decanta por el aceite de girasol lo hace movido por su precio, mucho más bajo que el del aceite de oliva, a sabiendas de que no es comparable ni de lejos con las cualidades del néctar del olivo. Está claro que en el capítulo de la alimentación familiar, hay presupuestos de primera y de segunda, (en productos básicos y necesarios), según las rentas disponibles.


Produce preocupación esta circunstancia en uno de los países con mayor producción de aceite de oliva del mundo. Este elemento siempre nos acompañó en las cocinas pobres y ricas, por ser considerado de primera necesidad en la alimentación humana. Hoy su elevado precio hace que muchos españoles lo sustituyan por otros aceites, con el agravante de que la seguridad de su consumo esté en entredicho.


¿Quién tiene la culpa?: ¿El mercado? ¿Las autoridades sanitarias? ¿Las autoridades económicas? ¿La cultura de considerar secundario el gasto en alimentación? ¿O simplemente la necesidad de llegar a fin de mes? Pero con la salud no se debe jugar en un país como el nuestro.

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