
Tras la visita se llevó a cabo el taller didáctico titulado “los cinco sentidos”. Para ello se introdujeron distintos alimentos en una serie de cajas, gracias a los cuales los visitantes descubrieron cómo utilizar los 5 sentidos en la cocina, al tiempo que se relajaban un poco y disfrutaban el momento de sentarse a la mesa.
Uno come con los sentidos. Si no tuviésemos olfato, todo tendría el mismo gusto o no tendría gusto, perdiéndose también nuestros recuerdos. Si nos tapamos las narices y comemos algo, el alimento no sabe a nada; esto ocurre porque el gusto está directamente relacionado con el olfato, y si no tienes olfato no tienes gusto.
Aparte, existe algo que se llama memoria olfativa. Un simple aroma trae recuerdos y lo mismo ocurre con la comida. A veces sentimos olor a una barbacoa y los jugos gástricos comienzan a funcionar, o bien vemos un plato bonito en una revista y empezamos a sentir hambre. En un restaurante primero lees la carta y luego te imaginas el plato; después llega lo que has pedido, lo miras, lo hueles y después lo comes.
“En definitiva, es necesario detenerse un momento a la hora de comer y entregarse a nuestros maravillosos e inexplorados sentidos”. Rodrigo Valdés (cocinero).
“En definitiva, es necesario detenerse un momento a la hora de comer y entregarse a nuestros maravillosos e inexplorados sentidos”. Rodrigo Valdés (cocinero).
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