Tengo entendido que solo en dos países del mundo no ha gobernado nunca un régimen dictatorial, a saber: Estados Unidos e Inglaterra, los cuales mantuvieron (hacia sus súbditos, claro) un sistema político democrático.
Pero creo que en la cocina, como en los barcos, no viene nada mal mantener una cierta dictadura en la actitud del cocinero. Eso quiere decir que el resto de la familia, los que son solamente comensales o incluso pinches, deben acatar sin discusión las indicaciones fijadas por el chef de la casa.
Tengo muy claro que el cocinero/a es la máxima autoridad de la cocina y sus dominios. Concretamente, elementos como el frigorífico no deben ser nunca “atacados” sin su previa autorización. Y la razón, muy sencilla: él/ella es responsable de las materias primas necesarias para la preparación del rancho, mediante un duro trabajo. Esto lo digo porque vengo observando cómo en algunos hogares se asalta la nevera con total impunidad para picar algún producto, destinado a los menús previamente planificados de la semana, lo que considero una total falta de respeto.
Es decir, se llame dictadura o no, alguien en la familia, y concretamente en la cocina, debe ejercer de responsable del servicio de comedor y establecer las normas. Y los demás –que seguramente se encuentran la comida hecha- deben respetar sus “dominios” y pedir permiso para tomar algo de las existencias.
No obstante, la democracia también puede ser bien acogida en el mundo de la cocina familiar, al menos en pequeñas dosis, por lo que supone de recoger opiniones y tener en cuenta gustos, preferencias o sugerencias de los comensales, ayudando así a diversificar y enriquecer la oferta alimenticia, y evitando al mismo tiempo, posibles caprichos del personal.
Y como ejemplo, el comentario de mi amiga Ángela, del Grupo Gastronómico El Almirez, trabajadora y madre de familia numerosa, quien recordaba cómo en su casa preparaban –disfrutando- con antelación la celebración de los cumpleaños de sus hijos, con la colaboración de todos, incluso de sus amigos. Está claro, que cuando hay amor no se necesitan demasiadas leyes.
Desde luego, en mi casa que no saquen nada de la nevera sin mi permiso….
Pero creo que en la cocina, como en los barcos, no viene nada mal mantener una cierta dictadura en la actitud del cocinero. Eso quiere decir que el resto de la familia, los que son solamente comensales o incluso pinches, deben acatar sin discusión las indicaciones fijadas por el chef de la casa.
Tengo muy claro que el cocinero/a es la máxima autoridad de la cocina y sus dominios. Concretamente, elementos como el frigorífico no deben ser nunca “atacados” sin su previa autorización. Y la razón, muy sencilla: él/ella es responsable de las materias primas necesarias para la preparación del rancho, mediante un duro trabajo. Esto lo digo porque vengo observando cómo en algunos hogares se asalta la nevera con total impunidad para picar algún producto, destinado a los menús previamente planificados de la semana, lo que considero una total falta de respeto.
Es decir, se llame dictadura o no, alguien en la familia, y concretamente en la cocina, debe ejercer de responsable del servicio de comedor y establecer las normas. Y los demás –que seguramente se encuentran la comida hecha- deben respetar sus “dominios” y pedir permiso para tomar algo de las existencias.
No obstante, la democracia también puede ser bien acogida en el mundo de la cocina familiar, al menos en pequeñas dosis, por lo que supone de recoger opiniones y tener en cuenta gustos, preferencias o sugerencias de los comensales, ayudando así a diversificar y enriquecer la oferta alimenticia, y evitando al mismo tiempo, posibles caprichos del personal.
Y como ejemplo, el comentario de mi amiga Ángela, del Grupo Gastronómico El Almirez, trabajadora y madre de familia numerosa, quien recordaba cómo en su casa preparaban –disfrutando- con antelación la celebración de los cumpleaños de sus hijos, con la colaboración de todos, incluso de sus amigos. Está claro, que cuando hay amor no se necesitan demasiadas leyes.
Desde luego, en mi casa que no saquen nada de la nevera sin mi permiso….
7 comentarios:
Me parece muy importante lo que dices aquí, Charo. Creo que forma parte de una manera de entender la vida, con una mezcla de respeto y de eficacia. Conozco a niños pequeños a quienes sus madres dejan comer lo que les apetece, como si ellos supieran qué es lo que les conviene, y que dejan el frigorífico, a veces, con una anemia brutal. Quizás esa actitud anárquica responda también a una consideración de las cuestiones de la cocina como de algo secundario.
Creo que es importante una cierta mano de hierro en estas cosas. Yo, por ejemplo, cuando me pongo a cocinar, no quiero que nadie se meta en la cocina, salvo que yo lo pida. Al menos yo no puedo atender a la vez al guiso y al pelma que viene a charlar, como si lo que estoy haciendo no requiriera atención.
Creo que hay que darle a la cocina y a su actividad la misma dignidad que tiene la mesa de un despacho o los documentos profesionales.
Hombre, lo del pelma me ha gustado, llevas mucha razón....
Pues si cocinarais como yo, con dos pequeñuelos agarrados a mis faldas, jaja.
Yo considero muy importante la alimentación de los que convivimos y por tanto, tambien estoy de acuerdo en que no se coma alegremete lo que hay en la cocina.
En mi caso con el tema del gluten mi hijo sigue preguntado casi todo y ademas tiene dosificado el tema de los lacteos, así que con más razón.
Besitos sin gluten
Efectivamente. Con niños pequeños y además celíacos mantener esta restricción en la cocina es muchísimo más difícil. ¡Animo Zerogluten! que lo estás haciendo de maravilla.
¡Uy! A ver si lee esto mi mujer y se cree que la he llamado pelma a ella... ¡Qué peligro!
Esto del pelma yo lo vivo cuando hay invitados. Siempre llega alguno desocupado que, en vez de irse al salón a charlar, se me instala en la cocina a darme la vara a mí. Eso es lo que me revienta y lo que no tolero: lo echo.
Por cierto, la mejor definición de pelma se la leí a Unamuno: el que quita la soledad y no da compañía.
Me encanta la definición de pelma. Saludos Manuel.
Interesante, suculento y apetitoso blog.
He llegado a e´por casualidad y me ha gustado bastante, lo peor es cuando se lee y se ve con el estomago vacío.
Por cierto yo también soy de Sevilla, aunque vivo en Madrid. Me podrías decir la dirección del Bar Anda*Lucía, en mi próxima visita a Sevilla me gustaría ir de tapas allí.
Saludos Pepa Ramírez
http://tocadosdecabeza.blogspot.com
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