sábado, 22 de marzo de 2008

Un plato que siempre se lleva: el guiso de alcachofas

O también alcauciles, como decimos al menos en Cádiz y en Huelva. Casi dos meses llevo viéndolas en todos los puestos de mercados. Reconozco que pensar en su elaboración siempre me dio cierta pereza, pues hay que eliminar todas las hojas duras, evitando las posteriores quejas de los comensales, lo que lleva su tiempo. Sin embargo, anima mucho cuando alguien de casa te sugiere que prepares las alcachofas rellenas -con jamón mismo-. Si además, me ponen el ejemplo de mi cuñado José Mari que las hace de maravilla, pues no tienes más remedio que aceptar el reto.

Hay otros argumentos para que decidamos preparar las alcachofas ahora que están de moda, mejor dicho de temporada: primero por definición por ser verdura e imprescindible en nuestra dieta, segundo por sus excelentes propiedades diuréticas y tercero porque están riquísimas. Si conseguimos hacerlas mejor que mi cuñado (cosa muy difícil), nuestra autoestima habrá mejorado sin duda.

Se trata de aprovechar lo que nos ofrece el mercado en cada momento, y por añadidura, el propio campo campero, del que muchos de nosotros, –y yo la primera- lo ignoramos todo.

En cuanto tenga ocasión contaré cómo aprovechar y congelar las alcachofas frescas para su posterior elaboración, lo prometo. En estos días de vacaciones he procurado no ensuciar demasiado la cocina, aunque sin llegar a
bajar la guardia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recomendables son los alcauciles romanos (no confundir con la receta del mismo nombre). El término, como no podía ser de otro modo, viene de la antigua Roma, donde ya se cultivaba y se preparaban; aunque también lo había en Grecia. Son estacionales o de temporada coincidiendo con la Semana Santa, para más inri (empleando un lenguaje acorde con las celebraciones de esas fechas) suelen tener un ligero tono violáceo o morado en algunas ocasiones.
Se encuentran sobre todo en la comarca gaditana de la Janda.
Cuñao