lunes, 30 de agosto de 2010

Cuarenta rehenes gaditanos

El 2 de julio de 1596 por la zona de El Puntal, Robert Devereux, segundo conde de Essex (militar y valido de la Reina de Inglaterra), al mando de una flota angloholandesa, desembarca, toma, asalta e incendia la ciudad de Cádiz. El entonces corregidor, Antonio Girón, y parte de sus defensores, se refugian en la vieja Villa medieval y en su Castillo. Estos acontecimientos se conocen a través de dos principales fuentes: el franciscano del siglo XVI Pedro de Abreu (versión española, cuyo libro fue censurado en su época debido a sus críticas) y por los textos de William Slyngsby, estudiados por José Antonio Calderón Quijano (a quien tuve la suerte de conocer y tratar en Sevilla), por la parte inglesa.

El asalto y saqueo se consuma sin oponer resistencia, pues la ciudad no tenía defensas ni ejército propio, si bien no era la primera vez que era atacada por mar, como ya ocurrió entre 1528-1534 por los hombres de Barbarroja, los franco turcos en 1543 y la constante amenaza inglesa, entre otros.


En 1596, la ciudad fue abandonada a su suerte. Los ingleses permanecieron en Cádiz 15 días, en los que, tras incendiar, robar y destruir, y de entre varias alternativas, se decide abandonar la plaza, cuya población estaba en torno a los 1.200 habitantes, si bien se estima que eran 3.000 sus defensores. La catedral, protegida por la reina Isabel de Inglaterra junto con el convento de Los Franciscanos, se utiliza para los funerales de los ingleses muertos durante el asalto, así como para otorgar honores. (Sir William Harvey fue armado caballero en ella). Tras el saqueo, Cádiz quedó prácticamente destruida, sembradas sus calles de cadáveres de hombres y animales. Sus mejores casas fueron quemadas. Como botín de guerra tomaron oro, plata, joyas, monedas, obras de arte, campanas, rejas y libros de bibliotecas. Desapareció el archivo del Cabildo gaditano, por lo que lo que hoy se conserva es posterior a 1596, sobreviviendo el Privilegio Rodado otorgado a Cádiz por los Reyes Católicos en 1493.

Al abandonar la ciudad, las tropas de Essex deciden llevarse cuarenta rehenes entre personas notables de la ciudad, con el objetivo de conseguir un rescate de 120.000 ducados para la corona inglesa. Entre los secuestrados estaban el corregidor, comerciantes y algunos nobles, algunos de ellos con sus esposas. Los rehenes permanecieron presos en Inglaterra hasta 1603. Varios de ellos fallecieron en el cautiverio sin que se pagara rescate alguno por ellos, y otros tuvieron la suerte de recibir el dinero de sus familiares. El rey español, Felipe II, no atendió las súplicas de ayuda de estos rehenes, y hubo algunos que escaparon milagrosamente de la horca. Solo veintiuno regresaron a Cádiz. Al principio de su cautiverio, fueron tratados con gran hospitalidad por parte del Conde de Essex, (alguno incluso sentado a su mesa, como huésped y amigo) pero al pasar el tiempo sin hacerse efectivo pago alguno por su libertad, el noble inglés los mandó recluir en la prisión de la Torre de Londres, con duras condiciones de vida.

He encontrado en wikipedia la reproducción de la carta enviada dos años después de ser hechos prisioneros, en 1598, por los rehenes gaditanos, solicitando ayuda al Cabildo (Ayuntamiento de Cádiz, donde hoy se conserva), en la que se quejan del modo en que son tratados en Inglaterra, con grave perjuicio para su salud e incluso a punto de perder sus vidas. Entre el grupo de rehenes iban algunas mujeres, una de ellas casi una niña, que inspiró a Cervantes su novela “La española inglesa”.

Ya en 1598 llega a Cádiz el ingeniero militar Cristóbal de Rojas, con el objetivo de acometer las obras de la fortificación global de la ciudad, entre las que se encuentra el castillo de Santa Catalina. En un reportaje del Diario de Cádiz sobre el saqueo, se proponía dar a una calle o plaza de la ciudad, el nombre de “cuarenta rehenes del asalto de 1596”, para no olvidar nunca a los que ofrecieron su libertad y algunos incluso sus vidas para evitar que Cádiz fuera totalmente arrasada.

Bibliografía: “Historia de la ciudad de Cádiz”, de Juan Antonio Fierro Cubiella, libro que recomiendo; Recorrido sentimental por la ciudad de Cádiz, de Belén Peralta y la página web www.andalucia.cc/rehenes, y el libro de Pedro de Abreu, de 1610, testigo de estos acontecimientos, felizmente rescatado por la wikipedia.

(Nota:creo que sería bueno leer y conocer a nuestros historiadores locales. Y desde luego, se merecerían más de un post).


2 comentarios:

Candela dijo...

Me ha encantado este post!!

Charo Barrios dijo...

Gracias Candela. Lo cierto es que siempre me ha atraído esta historia, de la que por cierto se habla poco por aquí.