domingo, 21 de junio de 2009

La Hija del Sol

Posiblemente no le enseñaron esta cocina, cuando aquel 14 de febrero del año 1779, la recibieron en la puerta principal del convento para quedarse allí. Al fin y al cabo los fogones estaban lejos del claustro y de las celdas, y además, a ella le permitían llevar de cocinera a su fiel criada. La Hija del Sol venía con algunos de ricos objetos personales -muebles y cuadros- y una selección de sus libros, y sobre todo el permiso de su marido –ratificado ante notario- para convertirse en monja concepcionista calzada del Convento de Santa María en Cádiz.
El marqués del Mérito describía en un soneto la llegada de esta bellísima dama al convento:… “Ya en sacro velo esconde la hermosura/en sayal tosco garbo y gentileza/la Hija del Sol, a quien por su belleza/así llamó del mundo la locura”.

María Gertrudis Hore Ley, llamada la Hija del Sol por su excepcional belleza y erudición, nació en la cosmopolita y libertina Cádiz de 1742, cuenta el escritor Francisco Arias Solís. Hija de un rico comerciante irlandés afincado en esa ciudad, poseía una esmerada educación y una amplia cultura, además de pertenecer a los distinguidos círculos sociales y literarios de entonces. En 1762 contrajo matrimonio con Esteban Fleming, de El Puerto de Santa María, con quien tuvo un hijo que al parecer murió pequeño.
Según Cecilia Böhl de Faber que escribió sobre ella, ausente su marido en La Habana La Hija del Sol tuvo amores con un brigadier. Parece que una noche éste fue apuñalado en el jardín de la casa de María Gertrudis, pero tras deshacerse del cadáver, al día siguiente ella lo ve desfilar al frente de los marinos, y cree volverse loca. Tras el impacto, escribe a su marido para confesarle la culpa y le suplica le permita retirarse a un convento, concediéndole la licencia el 1 junio de 1778.

Antes de ser monja, María Gertrudis fue visitante asidua de las tertulias literarias de Madrid y Cádiz, como también de la tertulia gaditana del científico Jorge Juan. Sus poemas fueron publicados en el Correo de Madrid y el Semanario de Cartagena. Desde la clausura, la Hija del Sol también siguió cultivando la poesía, apareciendo varias composiciones en el Diario de Madrid, firmadas con las iniciales de su apodo: H.D.S. María Gertrudis Hore Ley. En plena epidemia de fiebre amarilla, falleció de madrugada en el convento de Santa María el 9 de agosto de 1801, donde durante muchos años desempeñó el cargo de secretaria.
Considerada entre las cuatro mejores escritoras españolas del siglo XVIII, y una de las primeras poetisas románticas, fue contemporánea aunque algo mayor que Cadalso y
Meléndez Valdés. En sus poemas, María Gertrudis cultivó el soneto, la décima, la anacreóntica, las endechas y el romance, dedicándose fundamentalmente a la poesía religiosa, y también a la traducción de textos en latín.

Me hice con el libro “Una poetisa en busca de la libertad”, de Fredérique Morand (Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz), volumen dedicado a la vida y obra de esta culta mujer gaditana que vivió a caballo entre el mundo del opulento Cádiz del XVIII y la clausura conventual, bastante abierta al primero como se ha demostrado. De él he seleccionado este fragmento de un poema suyo dedicado a las labores de la cocina, aludiendo a la vida cotidiana del convento. La Hija del Sol me ha conquistado con su historia y su personalidad.

Tiende ese mantelillo/que de limpio blanquea/ aquí en la tierra, y luego/ de rosquillas llena./Pon también la ensalada, aliñada y compuesta/con la blanca cebolla/y la borraja fresca./El rubí del tomate/y la esmeralda bella,/del pimentillo dulce/ hojitas de pimienta/. Del ámbar del pepino/que nada escasa venga,/y el orégano ostente/fragante competencia….

5 comentarios:

Manuel Casal dijo...

A este texto sólo le falta la música. Y, quizás, un poquito de olor a jazmín.

Candela dijo...

Me ha encantado esta historia, Charo. No la conocia y nunca oi hablar de esta señora. Y fijate, que venia de estas tierras...

TUBAL dijo...

Yo tampoco la conocía. Gracias Charo, seguimos aprendiendo contigo cada día.........vales un potosí ;) :)

Sara (tu compi) dijo...

Preciosa historia, Charo :)

Mujeres y Luces dijo...

Querida Charo, Soy Frédérique Morand. Acabo de descubrir tu blog (mejor tarde que nunca). A mi también me encanta la cocina y he de decirte que el poema que has elegido para la circunstancia me parece muy juicioso, por no decir jugoso. Si te interesa, en junio de este año, en la revista de literatura de la Universidad de Alicante (está en línea), saldrá un estudio titulado : INFLUENCIAS MEDIEVALES Y ORIGINALIDAD EN LA LITERATURA DE FINALES DEL SETECIENTOS: EL CASO DE LA GADITANA MARÍA GERTRUDIS HORE
Al igual que en tu blog no me esperaba dar con ella, en este artículo cuyo título ahuyenta un poco, he realizado un estudio de ese poema titulado "la ensalada" y, como sintió Manuel Casal, la música es sin duda la razón de ser de esta "ensalada"... Gracias por difundir la historia de esta mujer con la que llevo "viajando" por España desde hace 15 años ya.