domingo, 14 de junio de 2009

Tres homenajes, tres

Aunque mi afición bloguera viene por cocinar y comer en casa, hay veces que siento ampliado el sentimiento gastronómico casero también en bares o restaurantes, con platos que, por su sencillez podrían formar parte de nuestros menús familiares. Quiero hablar de tres platos –elementales- degustados fuera de casa y que nos han emocionado. (Y que no tengo más remedio que contarlo).

Filete de pez espada con patatas fritas.- Fue en Punta Umbría, Bar Antonio, un clásico frente al mercado de abastos. A esta variedad de pescado allí le llaman aguja palá; (dice mi amigo Mariano que es algo menor en tamaño que el pez espada de esta parte de la costa). El caso es que estaba fresquísimo y su punto a la plancha merecía toda clase de elogios. Y las patatas fritas, auténticas, con buen aceite, completaban el conjunto. El plato lo tenía todo. Un saludo a las cocineras Mari y Yolanda. Con mantelito de papel y mobiliario de plástico playero, el sitio es todo un lujo, verano e invierno.

Arroz a la Huerta en La Pepa.- Ya estamos en el gaditano Paseo Marítimo, con un excelente arroz con verduras gracias a un buen fondo (fumet). Llevaba chícharos (guisantes en Cádiz), alcachofas frescas y habitas. Para mí fue una sorpresa, pues estoy harta (harta, sí), de comer en playas arroces con sabores artificiales, potenciados a base de ingredientes agresivos, que disfrazan los sabores de toda la vida. Con este arroz disfrutamos como en casa. Enhorabuena al establecimiento. Platos como éste pueden tomarse en casa con un poquito de oficio y mucho cariño, y vienen bien a toda la familia. ¡Ah! Y la parrillada de verduras, magnífica.

Salmorejo en Zapata.- Este bar de Cádiz tan familiar, donde todos nos sentíamos como en casa, se ha trasladado hacia dentro de la calle con el mismo nombre. En el local, ahora se distinguen dos zonas: la amplia barra y mesas de restaurante. En ambos lugares estás muy a gusto, con el espacio del que antes carecías. El caso es que pedimos varias raciones, de entre las que destacamos este salmorejo riquísimo, servido en tazón de barro. Inolvidable. Un entrante clásico sobre una decoración de mantel de cuadros que le añade cercanía.

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