lunes, 10 de mayo de 2010

Montignac, vino y somnolencia

Aunque algunas de las teorías de Michel Montignac sean incomprendidas, como la de prohibir el consumo de patatas, siempre merece la pena leer a este especialista en nutrición. Encontré hace poco su libro “Método Montignac” Especial Mujer, (para adelgazar y prevenir el aumento de peso en todas las edades) y tras una rápida lectura, tuve muy claro que sus ideas eran más que interesantes. Por algo es conocido en todo el mundo.

Sus consejos sobre el aperitivo y el alcohol, dejan claro ante todo la necesidad de consumir el mínimo alcohol, prefiriendo los alcoholes naturales de fermentación y censurando los de destilación, que el organismo asimila peor (whisky, ginebra, vodka, etc.). Advierte además que sentir la necesidad de tomarlos es prueba de estar en un proceso de dependencia alcohólica. El alcohol hace subir la glucemia, y esa fuerte subida favorecer la sensación de cansancio después de las comidas. Por ello Montignac aconseja beber vino o mejor aún cava o champán. Afirma que son muy perjudiciales los ponches, oportos y sangrías, pues atontan y reducen la movilidad para el reto del día. Blanco afrutado, Jerez seco o fino y el moscatel o el Málaga son para Montignac los mejores caldos para incluir en el aperitivo.

Ahora bien, un principio importante que nunca debería abandonarse –dice Montignac- es no beber nada de alcohol en ayunas, aunque la costumbre impone servir primero la bebida y más tarde traer la comida. Hay que comer antes de beber alcohol, y tampoco hay que comer cualquier cosa.

Para impedir el paso directo del alcohol a la sangre, es fundamental cerrar primero el estómago a nivel del píloro (entre la salida del estómago y el comienzo del intestino delgado). Y para ello es necesario consumir proteínas y lípidos, ya que su lenta digestión hará que el estómago permanezca cerrado.

Unos cacahuetes o almendras, unos tacos de queso, rodajas de salchichón o longaniza natural, son unas buenas opciones para ayudar a neutralizar el poco o mucho alcohol bebido. Los lípidos además pueden evitar o limitar la absorción del alcohol por las paredes del estómago, lo que se consigue con una cucharada de aceite de oliva.

Concluye Montignac que el vino no es responsable de las somnolencias que siguen a las comidas, sino el modo de beber. Por ello, habrá que pedir algo de picar mientras llega la comida y cuanto más esperemos para beber, mejor, pues el estómago estará más lleno y el alcohol se notará menos. Lo ideal sería no beber el vino hasta la mitad de la comida.


3 comentarios:

Manuel Casal dijo...

Pues yo no tengo conocimientos para asegurar nada, pero esto parece bastante sensato.

Charo Barrios dijo...

Yo lo voy a probar, nunca se sabe, porque a veces las comidas fuera de casa acaban conmigo...

Anónimo dijo...

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