lunes, 17 de agosto de 2009

El día de la explosión

Según mi madre, yo nací justamente a los nueve meses según sus cuentas, para ella el 18 de agosto, tal día como hoy. Pero junto a la felicitación, y el regalo que me llegaba tres meses antes, en casa siempre recordaban –sobre todo mi padre- que era el aniversario de la terrible explosión ocurrida en Cádiz en 1947. Entonces, mis padres aún tardarían años en conocerse.

Eran casi las 10 de la noche. En el Cortijo Los Rosales, sala de fiestas veraniega, carteles anunciando dos cantantes punteros: Bonet de San Pedro y Antonio Machín. En el cine Gades, una de las cinco salas que había entonces en Cádiz, se exhibía la película “Luna Nueva”. Después de aquella fecha, los cines gaditanos cerraron una semana, y cuando reabrieron sus puertas, la recaudación de la taquilla fue a parar a los muchos damnificados de aquella catástrofe.

Primero fue la oscuridad, e inmediatamente se oyó una fortísima detonación, seguida de una columna de fuego, visible junto a los astilleros, detrás del barrio de Bahía Blanca. En el Cádiz intramuros, los cristales cubrían pulverizados las calles cual capa de nieve. Allí las murallas pararon la terrible onda expansiva. Pero Puerta Tierra, sobre todo el barrio de San Severiano, quedó arrasado: ciento cincuenta muertos y cinco mil heridos, varios edificios públicos destruidos, cientos de casas reducidas a escombros, entre ellas las instalaciones de los astilleros de Echevarrieta. Fue una noche trágica para Cádiz: sin luz, agua, teléfono, radio, y por supuesto sin sangre para los heridos.

Tras la primera explosión y el consiguiente incendio, se corrió la voz de la inminencia de una segunda deflagración. El capitán de Corbeta Pascual Pery Junquera, de descanso, no dudó en uniformarse y acudir a la zona del incendio, comprobando el origen del mismo, el almacén número 1 de las minas de defensa submarinas. Sofocando las llamas con escombros, impidió –junto con un grupo de ocho valientes marineros- una catástrofe peor caso de explotar las minas existentes en el almacén número 2. Las minas almacenadas procedían de Rusia, Italia, Alemania y España, algunas de la guerra civil. Estaban en situación de exudado, es decir eran peligrosas.

Han pasado 62 años de aquella noche triste; en la casa de mis abuelos, donde yo nací, junto a la catedral, me cuentan que se desprendió una viga soporte del pasillo que daba al patio, provocando la caída del techo. También recuerdo haber conocido a un compañero de trabajo –José María, delineante- que decía haber permanecido tres días bajo los escombros de la Casa Cuna, y en la que murieron 37 niños de los 199 que estaban acogidos. Y los padres de mi marido, desde Huelva, vieron perfectamente el resplandor.
En 1947 las familias gaditanas dedicaban el 54% de sus ingresos a la alimentación. Dado el nivel de pobreza existente, funcionaban comedores de auxilio social, controlados por la Falange. La explosión dejó a varias decenas de familias sin vivienda. Las empresas que daban trabajo a la ciudad eran Construcciones Aeronáuticas, la factoría de Matagorda, la Fábrica de Tabacos, y los astilleros de Echevarrieta, que tras su destrucción por la catástrofe, dejó en el paro a unas 2.000 personas.

Nunca se dio una explicación oficial de las causas de aquel desgraciado accidente, cuyo peligro había sido advertido por alguna autoridad militar sensata. Dos libros: Cádiz, 1947. La explosión, de José Antonio Hidalgo Viaña, editada en 1997 por Federico Joly y Cía; y La noche trágica de Cádiz, 2009, José Antonio Aparicio Florido, Servicio de Publicaciones de la Diputación. Ambos ofrecen una investigación seria y rigurosa de lo que rodeó aquella tragedia que ahora tristemente conmemoramos, a través de documentos y de entrevistas a algunos supervivientes. Recomiendo ambas obras por su interés, tras haber permanecido en secreto las declaraciones de altos mandos militares.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He visto un documental sobre la tragedia y deja entrever que la dictadura maquilló algo las cifras de muertos y heridos. En cualquier caso una fecha negra en la historia de nuestra ciudad.
Dmomblona.