He descubierto (sí, ya sé que un poco tarde) que también puedo encontrar libros de cocina en las librerías de ocasión. Pasé por la librería Raimundo (Cádiz), y me ofrecieron este librito de los años cuarenta por 2 euros, antes a 4 pesetas: Mariquita Cocinera, 200 platos y salsas sabrosas y económicas, de Concepción Villa.
Las recetas contenidas en él tienen un verdadero encanto por la forma de contarlas. No así el prólogo, que dice cosas como éstas:”Las amas de casa deben reflexionar sobre lo que hemos dicho y no han de olvidar que un hombre, al regresar de su trabajo, gusta de hallar en su hogar, además del afecto de la familia, una mesa bien servida que le compense en parte de los esfuerzos que realiza para mantener su casa”.
Las recetas contenidas en él tienen un verdadero encanto por la forma de contarlas. No así el prólogo, que dice cosas como éstas:”Las amas de casa deben reflexionar sobre lo que hemos dicho y no han de olvidar que un hombre, al regresar de su trabajo, gusta de hallar en su hogar, además del afecto de la familia, una mesa bien servida que le compense en parte de los esfuerzos que realiza para mantener su casa”.
Estoy segura de que en los años cuarenta mucho más esfuerzo realizaba la mujer, sin lavadora, lavavajillas o nevera y con numerosos hijos que atender. Afortunadamente, hoy la cocina va dirigida a todos los miembros de la familia, y el hombre es uno más del grupo, porque la mujer aunque trabaje fuera de casa, también lo hace en ella, y mucho.
Previamente había ido a comprar lentejas –me gusta mucho la variedad pardina y no las encuentro siempre- y me traje de la tienda Miña Terra estas dos tarrinas de pimentón dulce a granel, uno de la Vera y otro de Murcia, más que nada para probarlos. No sé nada de estas especias y ya es hora de aprender. Tienen -eso sí- un color ligeramento distinto. Los probaré y contaré.
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