Fue como un tapeo interactivo con la naturaleza y la historia, dos cosas que se llevan divinamente, porque el comer y degustar no pasa nunca de moda. La empresa Compuertas Parque Natural prestó la logística (barco, autobús, clubs náuticos, restaurante, guías enrollados…) y La Alacena, Cosas de Comé, aportó los mejores alimentos del lugar, algunos desconocidos. El sábado 15 de agosto puso en San Fernando el fuerte calor, pero no pudo con la sólida moral de la tropa de los Monforte Boys.
Al no tener explorada la Carretera de la Carraca, nos sorprendió descubrir el Club Náutico Puente de Hierro, en cuyo restaurante del mismo nombre desayunamos –con buen humor y sanos cotilleos- el café con leche, la tostá con pan integral de telera (1) de la panadería Los Molinos de Paterna, con el aceite de oliva virgen extra ecológico de la Cooperativa Virgen (también) del Rosario de Algodonales, y para remate, la pringá para untar de los Hermanos Moreno de El Puerto de Santa María. La humanidad entera debe conocer estas cosas. A lo lejos, el punto más alto de la provincia gaditana: el macizo de Grazalema, con 1.632 metros, y nosotros, bajo el nivel del mar, como el capitán Nemo.
Tras cargar las pilas, comienza el recorrido en autobús por el entorno natural de San Fernando, donde a través de su ronda Oeste pudimos contemplar desde el vehículo y con cara de guiris los principales puntos naturales, históricos y culturales de la ciudad. Visitamos una piscifactoría en la antigua salina La Leocadia, donde nos explicaron el proceso de cría y engorde del pescado, para ir a continuación a la salina El Estanquillo, productora natural de sal, en la que con gorrilla blanca y canasto tradicional nos ofrecieron los camarones del lugar, y el rebujito fresco de manzanilla y vino dulce. Por cierto, los niños quedaron encantados con estos bichitos. Y el ecosistema sin perdernos de vista, por si acaso.
Continuó el circuito gastronómico-cultural (con la gente más contenta que antes, la verdad), embarcando desde el muelle de Gallineras, en el barco turístico para navegar por el Caño de Sancti Petri, que aporta agua todo el año; rodeamos el castillo, pero Hércules estaba de obras y no nos hizo ningún caso, así que pasamos a una degustación romántica de patatas fritas –de las de antes- de la churrería de Antonio… Por el Caño, algún francés quedaba en las ruinas del fuerte de Urrutia, bañistas en playas vírgenes, piraguas y barquitos de amables gentes saludándonos, y vainas (3) chuleando en las motos acuáticas... Y como siempre seguían estando allí sol y levante.
Hora de comer, calor, mucho calor, mi blog por una cerveza fresquita. Parada del autobús de dos pisos, con atasco en la calle, pero nadie protesta, buena gente la de San Fernando….Y allí, en el Restaurante torero La Marisma, comienza el menú de degustación totalmente cañailla, a base de pescados y mariscos de los esteros y costas que rodean la ciudad.
Papas aliñás con melva (aove, perejil, cebolletas, sal y vinagre de Jerez), camarones del porreo fritos (algo mayores que los habituales), ostiones fritos, cañaíllas verdes cocidas (procedentes del castillo de Sancti Petri), almejas del ojo al vapor, cazón en amarillo, mienmesabe (cazón frito)y surtido de pescado frito. El pan: picos de Yeyo, panificadora San Fernando y pan de “cundi”(2) de la panificadora La Carrera, perfecto para mojar salsas. Las bebidas: cerveza, refresco, agua y dos vinos blancos de la denominación “Tierra de Cádiz”, bodega Paez Morilla de Jerez, El Tierra Blanca seco, y el Tierra Banca semidulce.
Los postres merecen punto y aparte: con la pastelería Selva Dulce, recién instalada en San Fernando y antes en Chiclana, y que ya conocíamos desde las jornadas celebradas en noviembre del año pasado en el barrio gaditano de Santa María. El maestro pastelero Thomas Grzib, natural de Hamburgo (Alemania), es el alma del establecimiento. Su apuesta: una tarta de frutas frescas con base de crema pastelera. Finalizamos con una degustación de tres tipos de tartas de Selva Dulce: tartaletas de fruta fresca, suave mousse de limón y –la estrella de la casa- la “bomba de chocolate”, todo ello maridado con el Pedro Ximénez Viña El Alamo de las bodegas Pedro Romero de Sanlúcar, muy arraigadas en San Fernando. Mucha suerte al maestro Thomas, se la merece.
Pero no acaba aquí lo bueno de la visita: es que además ni nos enteramos de que íbamos con niños pequeños, al ser atendidos por una experta monitora en infancia pelma, con diversos talleres y manualidades. Y además, gracias a Compuertas y Cosas de Comé, hemos comprobado que San Fernando es realmente una isla.
(Dedicado al bloguero cañailla Manuel Casal).
Diccionario del habla de Cádiz: (1) telera: hogaza de pan ancho y contundente, de pueblo. (2) Cundi: pan blanco tipo bollo con picos pronunciados en los extremos. (3) Vaina: dícese del pamplinoso, tonto. (4) Cañaílla: natural de San Fernando en lenguaje coloquial.
2 comentarios:
Muchas gracias, Charo, por tu dedicatoria. Es un halago y un honor. Me alegro de que hayas tenido una buena experiencia por La Isla. Ya te contaré algún detalle.
Que te respeten las calores y que la vida te sonría.Un abrazo.
De uno de los que disfrutó esa mañana de barco, paseo y buena comida y ambiente por San Fernando:
¡A animarse tocan!
Una cosa bien hecha de la que se sale feliz y contento.
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