Ya os habréis percatado de que este blog es bastante pescadilla, por su influencia de la costa Occidental, que no puede disimular aunque quiera. Pero ya escribió Rabindranaz Tagore: “Si cierras la puerta a todos los errores, dejarás fuera la verdad”, y por ello decidí “coger el toro de la cocina por los cuernos” y preparé una carne al toro, -receta muy propia de la provincia de Cádiz-, siguiendo las indicaciones de mi vecina gaditana Mercedes, gran cocinera, experta en guisar con Termomix a cuatro manos, buena vendedora de este robot, y además mejor persona si cabe.
Preparando este estofado me sentí un poco como de tierra adentro: siempre admiré la sabiduría de las gentes del campo o la sierra, y esta carne es para mí un signo de respeto por los fogones de las fincas ganaderas, donde la gente es elegante por cultura, por su expresión reflexiva y por la forma de entender su propia herencia. Esto para mí es cocina de personas sabias, y no por ser cocineras, que no tiene nada que ver. Junto a ellos yo siempre me considero de lo más superficial.
La carne al toro es muy sencilla de preparar. Presenta la carne de ternera con un sabor fuerte debido a las especias que lleva, por lo que hay que vigilar la medida de éstas, y adaptarlo a nuestras preferencias. Por supuesto, la carne debe ser de la mejor calidad, tierna y limpia, y el tomate frito utilizado, a ser posible del casero nuestro propio. Los celíacos solo deben vigilar el origen de las especias. Maldita la falta que nos hace el gluten a todos, porque a esta carne al toro no le falta personalidad.
¡Quien me iba a mí a decir (hoy presumiendo de intelectual) que el Premio Nóbel Tagore me inspiraría la carne al toro...!
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