jueves, 14 de febrero de 2008

Mis queridas cucharas de madera


Hace ya algún tiempo, cuando en la peluquería acostumbraba a hojear el "Hola", recuerdo que una vez vi un reportaje hecho en el domicilio de Julio Iglesias, concretamente en su cocina. En ella, aparecían perfectamente colocadas no sé cuantas cucharas de madera, de todas las formas y tamaños. Desde entonces, no quise ser menos, y me dio por comprar cucharas, pequeñas y grandes, tenedores y paletas de madera, que iba encontrando en las tiendas de veinte duros.

Hoy me son absolutamente imprescindibles. Porque con ellas puedo remover lo que estoy cocinando con facilidad, sin añadir ni quitar sabor a los guisos, y además, sin arañar las superficies de los cacharros. Y lo que es más importante, añaden un toque clásico que contrasta con la moderna vitrocerámica. Por eso, os presento mi querida colección de utensilios de madera, que aunque baratos, son uno de mis mayores tesoros a la hora de cocinar. Como podéis ver, están más “quemados" que los de Julio.

De todos modos creo que el cantante no pasaba mucho tiempo entre fogones, a tenor de lo limpios y ordenados que aparecían. ¡Ah! Ya no leo el Hola en la peluquería. Cuando llego, sobre la marcha me dan el periódico del día. Con el tiempo me he vuelto menos frívola.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, hace poco que he descubierto tu blog y me parece muy interesante. Así que a partir de ahora me pasaré por él.
A mí también me gustan los utensilios de madera. Son los que utilizo para cocinar, no me apaño con los metálicos... Y también tengo unos cuantos modelos de cucharas, tenedores, espátulas, etc.. Yo creo que no se van a pasar nunca de moda porque son realmente útiles y no rayan las sartenes y cacerolas antiadherentes.

Charo Barrios dijo...

Gracias por tu comentario. Pensé que lo de las cucharas iba a pasar desapercibido. Otro día hablaré de los demás cacharros, de tantos que necesitamos en la cocina....

Anónimo dijo...

Tenía yo un posblema a resolvé:
Habrerme basado mushos minuto en el bareto de Niscasio y haser allí la lista de las comprasiones. Aunque todas las comprasiones son odiosas, lo peó es haserlas cuando uno no está sentrado del todo, con tanto sharlá y pegahle al orujo.
Empesé poniéndome en la caha der súper na má entrá. Y la mushasha, tela de amable, me diho que comprara argo ante de pagarlo.
Acsedí.
Y, me dihe: "si la lista no me la ha terminao Niscasio todavía, ¿pa qué he venío yo pacá?”
“Mi muhén me rifa hoy como yo vuerva de vasío," me dije también. Y, en un giro de máh grado que el orujo de minutos anteh, me encuentré frente por frente con la stantería de bricolage de cosina.
Y me dije otravé "sarvao estás, shavalillo".
Aquello era un arbo de navidá con utensilio de madera corgando por tos lados, con cadensia, con buena distribusión.
Me fui pa un lao, al azar, qué más dá. Y, a la segunda levantá der suelo (grasia, guardia, le dije) me vi abrasando er muestrario y llenando un minicarro que le quité a un shiquillo (a cambio de quinse euro, lo que llevaba suerto) de cosa de maera pa la comida.
Vorví a la caha como un héroe y la shiquilla me hiso una lista ordenada de gushara, tenedoreh, masah, trincafideolargo y yo qué sé qué má delisia en potensia.
Y, ar vorvé al hogá, el delirio.
Mi JuanaLoli, ar verme entrá un catorse de febrero por la puerta disiendo "tó patí, sentraña", y dahle un manohillo de artilugioh se cayó patrá.
Pero pronto se rehíso y sostuvo por iguá mi persona y la compra, que yo había atado con una lasa rosa, y colocó las dos cosah. A mí en un taburete, a la espera, y al ramo de madera en una espesie de florero de serámica tela de bonito (como el de la figura, pantendehno).
Se vorvió a mirarme la JuanaLoli y, emosioná, ni me riñó por no llevá ná de comé, pero no pudo evitá derramá unas lágrima luminosah desde sus ojos pabajo, al contemplá er manohillo de palitoh finos distribuidos junto ar fogón.
Cuando pudo hablá unoh quinse minutoh despuéh, me dijo:
-Mañana hago yo la comida esa tan responsoriá, el pisto, y a Dió pongo por tehtigo que no se guerven a quedá pegaos los tomateh en er fondo de la caserola. Y todo grasia a tí, cariño.
No pude controlá mis emosione y le canté argo, no macuerdo con ecsactitú, pero era de la Piqué.
Er día terminó una jartá de bien.
Ar día siguiente, con menoh arcó que Elios Nés, éramo loh dó primero pantrá en el súper y no te digo la de cosa que compramo. Seguimo despué en la plasa dabastos y a eso de la hora de hasé la comida, la hisimo: Yo de friegaplato, mi espesialidá y mi mujén como er batería de los Rolin, de un casharro a otro con esah herramientah de palo que noh han deguerto lah gana de comenno tó lo que se guisa. Y tardo la mitá en fregá.
Nuehtra vida ha cambiao. Fuera el vir metal pa mové loh guiso. Anda que no pesaba ná la basura de ayé.
Eh curioso: Trabajo de herrero hase ventisinco añio y hasta ahora no he aplicao bien el refrán.