miércoles, 20 de febrero de 2008

El tomate frito y su influencia mediática

Y es que con su gran personalidad, donde va, triunfa. Nunca pasa desapercibido. Termina cualquier plato, y le contagia su sabor tan característico. No me extraña que se vendan tantas marcas de tomate frito.

Pero como es tan importante en la cocina diaria, yo diría que imprescindible, decidí hace tiempo no comprar nunca tomate frito preparado, digan lo que digan, y aunque lo vendan como casero, su sabor nunca será comparable con el hecho en casa. Incluso se puede comprobar cómo estos preparados manchan los tupperware de plástico, por el efecto de sus conservantes, mientras que con nuestro tomate frito esto nunca ocurre.

Hay muchos modos de hacer tomate frito. Yo tengo mi propia receta, fácil y anticuada, eso seguro. Pero lo más importante, como siempre, son los ingredientes: un aceite de oliva virgen extra, y unos tomates “decentes”, que quiere decir, que deben tener una calidad mínima. Últimamente, vengo comprando los tomates en rama, que aunque a lo largo del año presentan características variables, pueden considerarse aceptables en general. La temporada de verano trae los mejores tomates. Así soy yo de exigente y de pija en lo relativo a los tomates. El pimiento verde y el ajo y la cebolla pondrán el resto. ¡Ah! Y uno de mis famosos peroles de hierro para cocinarlos, tal como hacía mi madre.

No es preciso decir la utilidad del tomate frito: lo añado a las "lentejas con estrés", al arroz perfecto de verduras, al pastel de pescado, al pisto si lo necesita, a las coliflores refritas, al arroz blanco, y no sé a cuantos platos más. El día que frío tomate, es para añadirlo a los macarrones o espaguetis del día siguiente, y lo que me sobra, lo voy congelando en tarritos de cristal procedentes de las mayonesas o de la miel. Este proceso lo hago cada quince días, que es cuando cocino la pasta, y así, tengo disponible siempre tomate frito de primera en el congelador.

El tomate frito casero bien hecho es todo un lujo por el que merece la pena trabajar. Sólo es cuestión de organizarse. Sin embargo, observo que todo el mundo compra el tomate frito ya hecho, y que éste rápidamente se hace popular sobre todo entre los niños, acostumbrándose a su sabor artificial. Creo que soy demasiado recalcitrante y tal vez prepotente con este asunto, pero está claro que le estoy dando a mi familia lo mejor.

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