Pasó un nuevo 8 de marzo, con noticias de todos los estilos y colores sobre el Día de la Mujer Trabajadora y sus parafernalias, o mejor dicho, sus inconvenientes. Pero yo también traigo una noticia: el Instituto de Enseñanza Secundaria Alexandre Bóveda, de Vigo, ha homenajeado a la bata; sí, a la batita de casa, bata de trabajo, la de toda la vida, la que tanto ha venido usando la mujer, la madre, la abuela, la asistenta.
Todo empezó con el documental de la realizadora gallega Claudia Brenlla, titulado “Bata por fora, muller por dentro”, que no creo necesario traducir. Dicen que no hay mejor símbolo de la mujer trabajadora en Galicia. Y en Andalucía también.
Aquí está mi bata, mejor dicho, una de ellas. Bata con la que afronto la cocina, cortando tomates, ajos, cebollas, preparando sofritos con sus graves riesgos de manchas y recogiendo desperdicios. Con la bata da igual, porque siempre hay una puesta y otra en proceso de lavado o tendido. La bata es la que te transporta al trabajo, y te hace olvidar momentáneamente tus aspiraciones de glamour, porque con ella no estás presentable para visitas.
A mí las batas –de verano o de invierno- me acompañan en la cocina. Pero mi caso es irrelevante en comparación con el de otras mujeres que no solo han cocinado y limpiado durante toda su vida sin cuestionar esta labor, sino que además de criar a sus hijos en vela permanente, han cuidado y alimentado gratis y continúan haciéndolo, a padres ancianos o incluso a sus parejas o a sus hijos enfermos y dependientes, lo que es mucho más duro. La bata es su hábito, es una prueba del compromiso ineludible que no se acaba nunca.
Reivindico la bata, me da igual la opinión de sus detractores, porque es el modo más rápido de disponerse a trabajar, de concienciarse de nuestras obligaciones, sin tener que localizar los complementos a juego. Luego –si se puede- habrá tiempo de conseguir la elegancia. Es la auténtica prenda sin pamplinas. Esta bata-homenaje va por vosotras, porque cada bata que lleváis puede contar una historia por sí sola.
6 comentarios:
Charo, puede que la bata para ti sea comoda, pero la versión masculina, bien bata o batín no está hecha para entrar en la cocina, tal vez sea que la bata sea machista y sea para andar por casa, para entrar en la cocina prefiero un mandil.
Esso me recuerda que tengo que comprarme otra bata, que e he quedado solo con una.
Es verdad, no pega nada un hombre con bata en la cocina. Sin embargo a mí me resulta comodísima, sobre todo porque trabajo cocinando antes de salir por la mañana hacia el trabajo o al final del día.
Saludos Ángel.
Menos mal que las batas lavan y secan rápido....
Me quedo con el lema del último renglón de tu estupendo artículo: El interior de la bata, su mujer y su historia propia.
Un beso
Me parece genial esta entrada. Viva la bata! (para andar por casa)
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