lunes, 17 de noviembre de 2008

Primeras escaramuzas gastronómicas navideñas

Se aproximan las navidades. Bueno, se saben que están cercanas porque más de un compañero, con la excusa de un viaje, tiene el detalle de traer a la oficina algún producto de la tierra visitada, con tintes navideños para ir haciendo boca….

Y así ha sido esta semana. Agustín, natural de Jimena (Jaén), pasó por la localidad de Albánchez de Mágina (Sierra Mágina), y nos trajo una cajita con riquísimas empanadillas, de la casa Contreras. Sus ingredientes: harina, manteca, azúcar, vino, canela, limón y cabello de ángel.

Albánchez de Mágina es una población de unos 1.700 habitantes situada a la falda del Aznaitín. El núcleo urbano se distribuye a los pies del castillo, que sobre una peña domina al pueblo, cuyo término es regado por los ríos Vadillo y Hurtar y numerosas fuentes. Gran parte del término municipal de Albanchez está incluido en el Parque Natural de Sierra Mágina.

La gastronomía de Albanchez tiene muchos platos típicos: la morcilla de Res, la calabaza con caldo, el guiso de maíz, los borullos... Pero es sobre todo en la repostería donde la localidad ha adquirido más fama gastronómica, con sus almendrados, bizcochos, roscos, empanadillas de cidra y otros dulces, muchos de ellos elaborados con recetas de época medieval.


Y yo, para no ser menos, he llevado los primeros mantecados de la temporada, recién llegados al establecimiento gaditano Miña Terra (calle Cristóbal Colón), procedentes de Navarra. Son la marca Felipe II, firma que solo se dedica a fabricar esta variedad. Miguel, el dueño de Miña Terra, afirma que estos mantecados se acaban nada más llegar, a pesar de su precio, notablemente superior al de productos semejantes. Por algo será.

He conocido desde siempre la costumbre de llevar productos navideños al trabajo, y creo que son ideales para mejorar el ambiente entre los que compartimos departamento o área, pues estos experimentos gastronómicos suelen duran algo más de un mes. A veces, incluso, se aporta alguna botellita de anís o ponche, que se guarda discretamente escondida en algún armario, y que, contribuye a paliar el frío mañanero que traemos de la calle. Por eso, no hay nada mejor que el cuarto del archivo para albergar cajitas de productos navideños, botellas y vasitos de plástico; de vez en cuando va uno a buscar algún expediente al archivo y….tarda más de lo aconsejable. He aquí la navidad laboral.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Detesto los polvorones, pero los roscos y los alfajores me encantan. Y el mazapan. La verdad que de los dulces lo unico que no me gustan son los polvorones, las almendras y el turron blando.
Menos mal que ire a madrid el viernes que viene, me voy a venir cargadita...
ruth