domingo, 20 de septiembre de 2009

Mercado Marinero en Cádiz

Tras el éxito obtenido por el Mercado del Doce instalado en la Plaza de San Antonio la pasada primavera, La Unión de Comerciantes de Cádiz volvió a la carga organizando un nuevo mercadillo de productos artesanales los días 10 al 13 de septiembre, esta vez con tintes marineros y dedicado a todos los públicos. El lugar escogido fue el paseo de la bahía camino de Puntales, a lo largo de la barriada de la Paz, un sitio por el que ahora se empieza a disfrutar de los paseos, y que no siempre es agradable debido a los fuertes vientos que azotan la zona. Pero en esta ocasión, el levante se comportó.

Los numerosos puestecillos se alineaban junto al mar, atrayendo a mucha gente. Lo que más me gustó es que, además de los turistas, se acercaban los vecinos de la Barriada, personas mayores que apenas salen del barrio. Sin duda los mercadillos integran a toda clase de público, son cercanos y atractivos.


Puestecillos de original bisutería, juguetes artesanos (este puesto me encantó), hierbas medicinales, vestidos antiguos (y este más aún), dulces tradicionales y tartas de diferentes variedades daban un contenido bello y original para todo visitante. Los productos gastronómicos siempre acaban llamando nuestra atención, y por eso compramos trozos de bizcocho con kiwi y naranja. Estaban de nuevo los dulces al peso originarios de Toledo.

Al final del mercado había instalado un pequeño escenario para actuaciones –en este caso carnavalescas frente a una barra con bebidas y bocadillos. Las familias llenaban mesas y sillas con cervezas y patatas fritas. El mercadillo fue una excusa para que la gente se adueñara del paseo marítimo recién arreglado.

Compré unos pendientes de cristales brillantes rojos. Pero me quedé con ganas de llevarme algunos de los vestidos antiguos que estaban expuestos, confeccionados con terciopelo y también algunos de los juguetes de madera (trenes, muñequitos colgantes, un carrusel, etc.). Pero había que hacer cola y nos pudo más la hora de cenar. Realmente este mercadillo con encanto consiguió hacernos olvidar la crisis que tenemos encima: los artículos eran bonitos y asequibles, la cerveza era barata y mirar era gratis.

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