domingo, 26 de julio de 2009

Entrevista a un viejo mantel

Viejo mantel: Es que ahora la gente ni siquiera hace “manitas” por debajo de la mesa…¡qué aburrimiento!”

Fuimos a buscarlo al cajón, y allí, debajo de todos los demás, encontramos este mantel algo madurito, pero que merece la pena entrevistar por su historia y recorrido profesional. Con él hemos hablado durante el almuerzo, largo y tendido. El vino derramado sobre él le ha hecho soltarse la lengua...

¿Cómo lleva Vd. los años? Como puedo, a mí me compraron por metros, soy made in Huelva, (¡qué buena tierra!), y unas manos primorosas cosieron mi dobladillo, hace casi 50 años. Soy de algodón 100%, aunque pertenezco a la categoría de mantel de diario. Mis cuadros verdes y blancos son de lo más sencillito. Llevo por lo tanto muchísimos lavados (he conocido todos los modelos de lavadoras), y empiezo a estar un poco pálido. Los manteles de hoy no necesitan plancha, y eso no tiene mérito. La plancha es un oficio mal pagado, poco valorado pero muy necesario para la ropa. Como verá, soy un poco marujillo, deformación profesional.

Háblenos de su trabajo. Lo cierto es que no me gusta hablar de mí; he pasado toda mi vida callado, escuchando, esperando pacientemente que mis comensales acabaran de comer, hablaran, discutieran de sus cosas encima de mi superficie, y….. me mancharan, cosa que aún siguen haciendo, con lo presumido que soy y tener que lucir lleno de lamparones. Pero los niños y algunos adultos, son igual de guarros ahora que antes. Esto no tiene arreglo.

Como todos los manteles de la historia, debo proteger la mesa donde los humanos comen. Y de paso, decorar y crear el ambiente apropiado para la actividad física más importante que realiza el hombre: alimentarse. Aún sigo dando estilo a la mesa, porque aunque viejo, tengo calidad y glamour casero, y el que tuvo retuvo.

¿Cómo ha evolucionado la vida en la mesa desde su punto de vista? Bueno, yo empecé como aprendiz con los suegros de Charo, Paco y Maruja, hoy ya desaparecidos pero que fueron ejemplos de vida de pareja, de honradez y principios (lo siento, me emociono). Nunca olvidaré aquellas manos acariciándome suavemente mientras me extendían sobre la vieja mesa cuadrada de la cocina. Ahora estoy con Charo y su marido, de Huelva como yo y no me puedo quejar. Esta bloguera es desde luego más atolondrada que mis anteriores jefes, -por algo es de Cádiz- pero también disfruta con los recuerdos que yo le traigo, y es una cocinera no tan brillante como laboriosa. Aconseja que todo el mundo coma en casa y eso me interesa mucho.

Pero volviendo a la evolución del comer…. Es cierto, perdone. ¡Qué mesas las de antes! En ellas comían no solo la pareja y los hijos, sino los cuñados y los abuelos, incluso algún vecino o pariente que estuviera pasando una mala racha y que pasaba por allí casualmente…. Recuerdo que almuerzos y cenas llevaban menos tonterías que hoy, menos variedad de platos, pero más contundentes, pues todos los alimentos eran buenos. La sopera nunca faltaba y era motivo de auténtica fiesta a su alrededor, y todos comían lo mismo. Hoy hay de todo, pero no todo es saludable, y a los niños se les consienten muchos caprichos en la mesa.

Pero mire, allí se expresaban emociones y preocupaciones, por enfermedades, o falta de trabajo. Le aseguro que conmigo todos se miraban a los ojos con sinceridad. Hoy la tele encendida mientras se come es un desastre para la convivencia y para la digestión también. Mis seis servilletas son testigos de todo lo que digo. Yo no quiero nada para mí: la vajilla y cristalería con la que trabajo son de lo más sencillo, nada de diseño, todo muy limpio eso sí. Suelo trabajar con la misma mesa, con la que hago buenas migas. ¡Y de las migas de antes mejor no hablar!
Sin duda ha vivido Vd. intensamente… Es cierto, recuerdo las maravillosas tertulias tras el almuerzo de los domingos, donde yo aguardaba pacientemente el café, los pestiños y las tortas. (También las tortas que recibía el niño que llegaba tarde a comer)…O en las fiestas de navidad, con vecinos y familiares. Nunca me importó hacer horas extras, pues yo me sabía útil a la familia. Era una época humanizada en el comer, en donde cabían todas las generaciones: ancianos y niños. La televisión ha acabado con todo eso… es que ahora la gente ni siquiera hace “manitas” por debajo de la mesa…qué aburrimiento. A mí me gustaban incluso las broncas familiares, porque eran auténticas, y en ellas se desahogaba la gente, y al día siguiente como si nada. ¡qué arte!

Comer es compartir lo que hay, poco o mucho, pero siendo consciente de lo que se hace. Es estar juntos, apreciarse y valorarse, mirando hacia el futuro. ¡Menuda sentencia me ha salido!, y sin ningún curso de formación; es que la antigüedad es un grado…

¿Y cual es su futuro inmediato? Pues seguir trabajando, si bien cada vez llevo peor el tiempo que paso doblado en los cajones, por la artrosis que padezco; también tengo gastritis crónica de tantos años viendo comer. Me resisto a ser jubilado, pues aún tengo mucho que dar y ni siquiera estoy deformado, mi talla sigue siendo la misma. Pero me rodean carcas ideológicos, gente muy materialista. Yo solo pido un poco de educación en la mesa.

También me gustaría impulsar un museo del mantel, que mostraría nuestra historia a través de los años, tanto mantelerías de lujo como humildes. A mis años, tengo muy buenas amistades con manteles de superior rango social, que me hacen muchas confidencias. Ellos han escuchado de todo en largas comidas de negocios. Tengo muchas ideas en la cabeza. Los viejos manteles nunca mueren.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre: Un placer leerte. Que fácil sería todo con dos como tu. No son necesarios más.
Saludos.

Charo Barrios dijo...

No sé quien eres, pero gracias por el piropo, porque anima a seguir escribiendo....

Sefa dijo...

Que bueno seria que esos manteles, sabanas y otras cosas que ya no recordamos tener nos contaran historias y sobre todo los que son heredados.
Me ha gustado tu inmaginacion, sigue asi, un abrazo.SEFA

Javier dijo...

Hola, he encontrado tu blog por casualidad y me ha encantado pasear por él y disfrutar con lo que escribes. Me gusta mucho cocinar y he leido con detenimiento las recetas, con tu permiso alguna haré en casa. La entrada de los peroles me ha gustado mucho, me ha producido incluso ternura, es fantástica, en casa siempre los hubo. Me hago seguidor de tu blog, será un placer leerte de vez en cuando. Saludos

Charo Barrios dijo...

Gracias Javier; me hace mucha ilusión que disfrutes con estas pequeñas tonterías que se me ocurren.La cocina da para mucho.
Un abrazo.

Manuel Casal dijo...

Humanizar el mantel. O la talega. O la comida. Humanizar la vida. Humanizar el mundo. O sea, valorarlo todo. Que nada sea una mera cosa, sino una parte de la vida. Que todo sea importante. La elegancia en el vivir consiste en estas cosas. Mi respeto y mi admiración.

Daniella dijo...

Charo, Me encantan tus palabras, lo que se respira a traves de ellas. Te felicito y sigue asi, por una comida humanizada, por alimentar con respeto, y por mas.