En los comics de mi infancia, Carpanta fue uno de mis personajes favoritos. Su eterna frustración gastronómica nos hacía sonreír. Cuando en realidad, hoy no hacemos tanta broma con el sueño imposible de comer bien, porque lo consideramos un auténtico drama humano. Y es que el pollo era en aquellos tiempos difíciles –y pobres para casi todos- el plato más deseado, lo más exquisito, y lo más caro.
Hoy, el pollo –salvo en raras ocasiones- es un alimento poco elitista, de producción industrial casi siempre, siendo el pescado lo más caro y apreciado, propio de los pobres de antes. Son cosas del destino en la moda de los alimentos.
Hoy, el pollo –salvo en raras ocasiones- es un alimento poco elitista, de producción industrial casi siempre, siendo el pescado lo más caro y apreciado, propio de los pobres de antes. Son cosas del destino en la moda de los alimentos.
He utilizado un pollo campero (o eso dice el envase). Y el caso es que con esta receta se potencia el componente fibroso de la carne. Y sobre todo, el veredicto de los jóvenes caníbales de mi casa ha sido muy positivo. El pollo en pepitoria está estupendo.
Hoy, gracias a una receta que me envió Mari Paz al correo electrónico del trabajo, entre circulares y notas informativas muy serias, nuestro amigo Carpanta podrá alcanzar su máximo sueño, comerse un pollo en pepitoria, todo un festín en Comeencasa. Ojalá nunca hubiera más frustraciones por la comida para nadie. A tu salud, Carpanta.
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