jueves, 16 de abril de 2009

Orden en la cocina: ¿crimen o castigo?

Se supone que sale uno de casa por las mañanas dejando las camas hechas, la ropa recogida y los periódicos atrasados camino del contenedor de papel. Es más, seguro que en el cuarto de baño no queda rastro de ropa sucia ni nada fuera de su sitio. Pero de lo que ya no estoy tan segura es de que la cocina conserve mucho tiempo un perfecto o mínimamente aceptable estado de revista, al menos eso es lo que ocurre en mi casa.

Y es que no perdono los dormitorios desordenados, los cuartos de baño sin recoger y la ropa por medio sin planchar, pero confieso que soy mucho más tolerante con un pequeño desorden –que no suciedad- existente en la cocina. Considero esta pieza de la casa como un taller en plena actividad, un lugar de trabajo, una fábrica con turnos –varios en el día- y creo que como tal debe demostrar que tiene vida. La vida de una cocina es pura alegría, es método y es improvisación, pero sobre todo es un festival de olores que a veces la desbordan y corretean por toda la casa, para poner en guardia los sentidos de los que viven en ella y de parte de los vecinos.

Por eso pienso que la cocina se merece una cierta condescendencia con su arreglo interno, y que no deberíamos ser tan exigentes con ella en asuntos nimios de decoración, solo con que los cacharros se coloquen de modo que podamos encontrarlos, y sobre todo que se conserven lo más limpios posibles, porque eso sí, la higiene en la cocina es importantísima.

Cada día fabrican cocinas con mayores posibilidades de guardar, de organizar los cacharros, botes, platos, cubiertos, fiambreras, tablas, herramientas, paños de cocina y hasta las múltiples pamplinas varias que no sirven para nada.

Estas fotos son de una cocina muy ordenada, todo un ejemplo que dice mucho a favor de su propietaria. Pero desgraciadamente, no es la mía.

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