La pasada experiencia de la cata no nos ha convertido en expertos de una raza gastronómica superior, pero sí nos ha demostrado que los factores que intervienen en la degustación no son exógenos, sino que salen de nosotros mismos, además de enseñarnos a valorar lo mucho bueno que tenemos en nuestra provincia y el esfuerzo invertido en su creación. Aquí van mis apuntes:
Cata del vino: en la fase visual, una vez llena la copa, ésta se acerca a la luz y se inclina, y ahí comienza la observación. La intensidad, llamada capa se mide tradicionalmente intentando leer -con la copa por medio- un papel escrito. A la fase olfativa, afluyen nuestros recuerdos, sensaciones, mientras se airea (mueve) la copa, el vino se calienta en la boca antes de tragar, percibiendo su propio vapor; Llegando a la etapa gustativa, se resumen las sensaciones vividas, juicios que van a etiquetar el caldo.
La primera copa, García de la Jara, Sanlúcar de Barrameda, (2006), 5 meses en madera y 6 meses en botella. 13,5º. Variedad uva: Merlot y tempranillo. Límpido, brillante, color picota, violado. Capa media alta, ribete evolucionado. (El ribete es el aspecto del borde del vino en la copa). Huele a confitura (frambuesa tal vez). Alguien comenta que se debe al entorno donde se produce –bosque-; Es un vino que se pierde rápidamente, con poca acidez, debe consumirse pronto.
Segundo vino: Cortijo de la Jara, Arcos de la Frontera (2006); 4 meses en madera y 6 en botella. 14º. Uva merlot y shiraz, y tempranillo. Color más intenso, rubí; ribete más violado por su mayor acidez; capa media-baja; limpio; más fuerte por su mayor graduación, más intenso. Al pasear por la boca, la entrada es suave y más vapor en la salida. Menos áspero, menor tanicidad, sabor amargo.
Tercer vino: Fine tempo. Bodegas Luis Lucero, Zahara de la Sierra, Compañía de Vinos de Cádiz. 2007, 14º. Variedad Cabernet-Sauvignon, Shiraz y Petit Merlot. Capa alta, color vivo, violáceo (deja rastro de color), ecológico, envejecido en cueva, sin luz solar; está sin filtrar, puede quedar algún resto. Huele a minerales, a tierra (¿a algarrobo?); vino estructurado con cuerpo y puede conservarse mucho tiempo. Tiene potencia. Sabor rasposo. Estamos ante un gran vino, a falta de algún tiempo para salir al mercado.
Último vino: Sin nombre todavía; Bodega Luis Pérez, Jerez; 2006; 15º, uva madura tarde; 9-10 meses en roble francés y 9 meses en botella. No llegó aún al mercado. Uva petit Merlot. Capa alta, intenso, más oscuro, “nariz” compleja, mancha la copa, lágrima más espesa que los vinos anteriores; aroma mineral, a tierra mojada. Olor a compota, chocolate, que persiste en la boca, astringencia agradable, recuerda al olor de la pepita, menos áspero, “ataque intenso”, lo masticas, tiene gran personalidad, un lujo de vino según el sumiller Pedro Pérez.
Puede parecer que inscribirse en una sesión de cata es una actividad para colectivos pudientes, sobre todo en esta época de crisis que va teniendo su triste reflejo en la mesa diaria de muchas familias. Pero no hay que olvidar que detrás de estos productos de calidad, artesanos e innovadores, hay también otras familias y puestos de trabajo correspondientes, que dedican tiempo, ilusión, esfuerzo y constancia a crear verdaderas joyas gastronómicas. En sus creaciones hay mucha pasión concentrada, y la pasión mueve el mundo. Seguiremos con los quesos…
2 comentarios:
oh!! Que rico, dos de mis cosas favoritas: el vino y el queso, uaaarrgghhhh, se me hace la boca agua como a un vulgar homer Simpson...
Pues los quesos estaban q.t.c.
Desde luego Cádiz puede presumir de buenos quesos.
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