

Las habas las tenía congeladas previamente peladas, aunque realmente no tenían el tamaño que hubiera sido deseable. Pero lo más difícil (¿) fue encontrar algunos de sus ingredientes como los ajos frescos y las ramas de poleo. Y en Sevilla los adquirí en el mercado de Triana, (La Alegría de la Huerta) del que ya os hablé en su día.
No sé el motivo de ponerles el nombre de enzapatás, a ver si algún choquero me lo explica. Sí recuerdo haberlas probado como tapitas junto a la cerveza o el vinito al mediodía, y se toman frías. Ahora es mi marido quien ha vuelto a preparar estas habas, entusiasmado al ver lo sencillo de su elaboración. En la cocina todo es ponerse.... Creo que es bueno que nuestra casa recupere olores y recuerdos de otros tiempos, gracias a ingredientes naturales.
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