Y es que los años no pasan en balde. Ayer nuestro hijo, más sus amigos y asociados, se llevaron todo el día de aquí para allá trabajando (ojalá estuvieran así siempre) para organizar su barbacoa; es decir, comprando bebida, rapiñando sombrillas olvidadas en los trasteros, revisando los frigoríficos en busca de comida, etc. Y es que las barbacoas de ahora son para los jóvenes, que organizan su macrobotellón en la arena nocturna.
Por eso, colaboramos con la causa aportando dos estupendas tortillas de patatas (con huevos ecológicos, ¡qué nivel!).También les presté un tupperware (de los que tenía ya desahuciado claro, porque nunca estoy segura de que me lo devuelvan), y les aconsejé que se llevaran un jersey…
Y nosotros, en medio de esta movida, nos limitamos a sacar alguna foto en el paseo marítimo y a preparar esta barbacoa en casa (con el sol fuera claro), que consta del siguiente menú para cuatro personas:
4 doraditas de la bahía (de unos 400 g cada una) y dos kilos y medio de sal gorda. Las preparamos en el horno a la sal. Para ello, calenté el horno a 250º durante unos quince minutos más o menos, al tiempo que iba preparando la bandeja del horno con la sal, las doradas encima y sal de nuevo hasta cubrirlas por completo. Con el horno a punto, introduje la bandeja y bajé la temperatura a 180º, durante unos 15-20 minutos (mi pescadero me aconsejó este tiempo dado el tamaño del pescado). Tras el tiempo, se dejan un rato dentro del horno ya apagado, pues eso les da su punto.
Para acompañar al pescado a la sal, os presento a la piriñaca, que no es ni más ni menos que el picadillo gaditano, y que está elaborado con tomate, pimiento, cebolleta, sal, vinagre y aceite. No me negaréis que el nombre tiene una gran personalidad. La piriñaca es la compañera inseparable de las caballas a la plancha que tanto se saborean en el barrio de La Viña, junto a la playa de la Caleta, donde se pescan.
No hay nada como adaptarse a los tiempos y a las edades. Y las barbacoas nocturnas del Carranza ya no son lo que eran. Pero los puretas al fin y al cabo somos defensores de comer sano y, claro, de comer en casa. ¡Puretas del mundo, uníos!
(¿Sabiáis que a estas doradas pequeñas las llamamos zapatillas en Cádiz?)
2 comentarios:
Comentarios sutiles:
1) Según dice el título, sólo los puretas con piriñaca tienen derecho a la barbacoa. Tal vez, cambiando el orden y diciendo barbacoa con piriñaca para puretas, se podría ir para delante, pero entonces alguien pensaría que se especializa la cosa en barbacoas con piriñacas más bien pasadas por la batidora, sin grumos. En fin... estaban de vicio.
2) Doy fe de lo trasladado desde las casas a la playa para ambientar las barbacoas playeras anuales en Cádiz, y afirmo que -desde hace más de dos años- reina la prudencia: se quedan en casa las lavadoras, los cuadros y algún cuñado dando una cabezadita después de comer.
3) Duele haber pasado a intendencia en lugar de, como años antes, infantería. En efecto, somos de los que surten y equipan a los protagonistas de la barbacoa eminentemente bebediza. Vamos, que cargamos con los refrescos desde el súper.
4) Los años no dan galones por sí mismos, pero aprovecho para poner dos banderillas a la macro barbacoa:
4.1) ¿Toda la imaginación juvenil en una playa de noche se reduce a beber en la arena y mearse en el mar (algunos "o viceversa")? ¿Ni un concurso de tortillas de papas?¿Ni uno de cantes en plan hip hop retador?
4.2) Aplíquese el punto 4.1) al olvidar que una playa familiar como la gaditana de la Victoria ofrece un respaldo inmenso por la cercanía. ¿Todo lo que se le ocurre a la gente joven es emborracharse?¿Tan pocos años y tanto para olvidar?
Tras los argumentos -puretas- expuestos, me junto con el espíritu de este blog: Como en casa, paseo un rato por la playa y, después, la dejo dormir en paz. Hasta el día siguiente. Hay amantes que estropean mucho quedándose toda la noche. Yo prefiero el encuentro fugaz con las olas y volverlas a ver, radiantes, cuando amanece. Más pureta, pero mucho más romántico.
El comentario de Gabriel, sin desperdicio. Yo ni aquneu me pille en Cadiz voy a la barbacoa. Creo que la ultima a la que asisti fue hace unos 8 años al menos! No, nada es lo que era... Esas guitarras que nos llevabamos, ese comer sin pensar en los kilos de mas... esa sangria en contenedor enorrrrme, con arena incluida (que deciamos que era azucar sin diluir, juasss). Besotes, Charo.
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