Fue la última actividad de la Visita de Comé a Medina, que tuvo lugar el 24 de octubre. Un sábado por la tarde, la fábrica de sueños, digo de tortas pardas, de amarguillos, de alfajores, y de yo qué sé, nos abren sus puertas, en traje de faena, con sus amasadoras en marcha, sus cámaras frigoríficas, sus masas, sus hornos, sus marmolillos antiguos de apoyo, sus increíbles peroles, y sobre todo su profesionalidad, que hace que nos sintamos como en casa, como amigos de siempre. El reto para los excursionistas ávidos de sabores era “hacer tortas pardas”… en la casa de Sobrina de las Trejas, S.L.
Con todos los mostradores dispuestos para los visitantes, incluyendo niños curiosos (gran noticia en estos tiempos), te dan un delantal blanco y te instalan en tu puesto de trabajo. Las tortas pardas, son resultado de una tapa de masa arriba, otra abajo, y en el centro cabello de ángel, como toda la vida. Cursillo acelerado. Pues nada, ya sabemos los ingredientes: masa (almendras, azúcar glass, manteca, harina, ralladura de limón, yemas de huevo…) todo en su lugar correspondiente. La masa nos la dan hecha y solo queda montar la torta parda, uno de los productos estrella de la empresa, formada por trece trabajadores, algunos de ellos con antecedentes familiares….y así desde 1852.
Estuvimos en una moderna nave de producción, adaptada a la última tecnología, sin abandonar los parámetros que rigen el sabor más tradicional, porque el producto sigue siendo artesano como hace 158 años. Ingredientes, masa, mezcla, montaje, tiempo, horno, descanso, envasado, etc., forman una cadena de montaje asumida fácilmente por todos. Y, ya estamos casi en navidad, la temporada alta de Sobrina de Las Trejas, y comienza su mayor actividad; eso se nota en su tienda de la Plaza de España.
En 1852, Los Trejos, pasó a feminizarse por el número de mujeres que allí trabajaban, heredando más tarde la Sobrina, que forma parte de su nombre actual. Una marca que ha llegado hasta nuestros días con la misma calidad, nombre y tradición. Un grupo de 50 personas enganchadas a Visitas de Comé, pasamos la tarde con estos buenos artesanos en su lugar de trabajo, y tras la entrevista personal realizada, hemos comprobado que son hombres que no conocen ni conocerán la depresión. Los pasteleros de toda la vida siempre fueron, son y serán gente sana. Y mañana de desayuno, además, tendremos una torta parda, hecha por nosotros.
4 comentarios:
Doy fe de lo comentado en tu fantastico post, por experiencia propia
qué bien os lo teneis que haber pasado allí... qué suerte!!!
Todo esto huele a pueblo bueno, a raíces árabes, también a colesterol, y a gozada de comer estas delicias con amigos y ¡hacer tortas pardas! ¡Cómo vivís!
Pues sí, fue una tarde -y un dia- a lo grande, con todo lo mejor de Medina Sidonia. Mereció la pena.
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