
Y es que no perdono los dormitorios desordenados, los cuartos de baño sin recoger y la ropa por medio sin planchar, pero confieso que soy mucho más tolerante con un pequeño desorden –que no suciedad- existente en la cocina. Considero esta pieza de la casa como un taller en plena actividad, un lugar de trabajo, una fábrica con turnos –varios en el día- y creo que como tal debe demostrar que tiene vida. La vida de una cocina es pura alegría, es método y es improvisación, pero sobre todo es un festival de olores que a veces la desbordan

Por eso pienso que la cocina se merece una cierta condescendencia con su arreglo interno, y que no deberíamos ser tan exigentes con ella en asuntos nimios de decoración, solo con que los cacharros se coloquen de modo que podamos encontrarlos, y sobre todo que se conserven lo más limpios posibles, porque eso sí, la higiene en la cocina es importantísima.
Cada día fabrican cocinas con mayores posibilidades de guardar, de organizar los cacharros, botes, platos, cubiertos, fiambreras, tablas, herramientas, paños de cocina y hasta las múltiples pamplinas varias que no sirven para nada.
Estas fotos son de una cocina muy ordenada, todo un ejemplo que dice mucho a favor de su propietaria. Pero desgraciadamente, no es la mía.
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