El primero es esta talega regalo de mis amigos Manolo y Yolanda. Saben que adoro las talegas de pan y ésta además, está pintada a mano por una cooperativa de mujeres llamada Tiluchi. “La Asociación Tiluchi “Un Proyecto para la Vida” es una entidad española sin ánimo de lucro cuya misión es apoyar, con fondos, trabajo y personas, la tarea que la Asociación Mi Rancho lleva a cabo en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Mi Rancho es un programa socio-educativo integral destinado a niños y adolescentes en situación de calle. Es también un hogar para ellos, una familia, una escuela y, sobre todo, la posibilidad de un futuro mejor”. La bonita talega que ahora uno a mi colección, tiene mucho significado.


Y por último, una grata sorpresa ha sido descubrir las especies de algas marinas, comercializadas por la empresa Suralgae, creada por tres jóvenes universitarias gaditanas. Las añadí al arroz de ayer, que llevaba puerro, cebolla, zanahoria, pimiento rojo y tomate frito en la base; en el interior, calamar, un manojo de espárragos y algo de jamón picado. Las especias marinas dan un toque especial, en aroma y presentación.
3 comentarios:
El poder simbólico y real de la talega está, según lo veo yo, en que es el punto de unión entre un pasado sabio -y no todos los pasados fueron sabios, ni mucho menos- que era consciente de que el mejor sitio para guardar y transportar el pan era la tela, y un futuro ecológico que entiende que no se puede estar fabricando bolsas de plástico ni de papel indefinidamente. Larga vida a la talega.
Gracias por la visita y por el comentario, Manuel.
¡Qué bueno el comentario, Manuel!
Coherente y amable, lo celebro como el que, con amabilidad infinita, tiende un puente entre lo útil y lo ecológico.
Saludos y larga vida a la talega, limpia y sostenible de cualquier clavo tras la puerta de la cocina.
Publicar un comentario