A mayor antigüedad en la cocina (no he dicho experiencia, solo antigüedad), crece mi curiosidad por conocer el mundo de los cacharros y accesorios que habitan en los fogones desde siempre. Al fin y al cabo, todos los utensilios de cocina, básicos o innovadores, sencillos o sofisticados alivian el penoso e inevitable trabajo de cocinar a diario.
Siempre pienso (con mentalidad de maruja), que la cantidad y variedad de los cachivaches de una cocina cualquiera deberían guardar relación con el trabajo desarrollado en la misma, decir, al volumen de guisoteo albergado. He visto cocinas equipadas con lo más actual del mercado, en la que solo se calientan pizzas y sándwiches o se hacen patatas fritas con huevo. (Incluso una cocina excesivamente limpia da mucho que pensar….).
La semana pasada pasé por el escaparate del Bazar Victoria, en Sevilla, pero esta vez estaba abierto y no pude resistir entrar, fue superior a mis fuerzas. Me gasté 11,35 euros, y salí contentísima co
n estas cuatro adquisiciones:
Un pelador de patatas, con diseño distinto al tradicional. Me dijo el comerciante –un señor encantador y profesional experto- que este modelo lo había traído a petición del público, que siempre lo reclama. Lo he probado y pela fenomenal. Tiene doble uso, además de pelar, corta la patata en formato patata-paja, ideal para bacalao al douro o para nido de patatas.
Los profesores de la Escuela de Hostelería de Sevilla lo llevaban en su maletí
n de herramientas: un cortador de judías verdes. Es un gran invento; colocas la judía en su interior, como si fuera una guillotina y te la devuelve sin las puntas y sin los hilos laterales.
El molinillo de queso es muy útil. El queso rallado es imprescindible en la cocina, para terminar muchos platos. El queso cur
ado, que a veces se queda muy duro para comer, se trocea y se introduce en este molinillo, que lo deja rallado muy fino, y que luego se conserva en un bote en la nevera perfectamente siempre que el queso se haya endurecido lo suficiente.
Y por último, un chisme sencillo pero que también tiene su momento: el separador de yemas. La repostería exige en muchas recetas separar yemas de claras, y este invento lo hace fácilmente.
El Bazar Victoria es un lugar para perderse admirando sus existencias, una especie de pasarela Cibeles de la cocina. Baterías de cocina, cuchillería, abridores, planchas, cristalería, cacharros que imitan a los antiguos, etc. y toda clase de chismes maravillosos para hacer nuestra cocina más llevadera, sobre mostradores de madera añeja, que le añaden un especial encanto.
Recuerdo el Bazar Español en Cádiz, en la calle San Francisco, del que aún se conserva la fachada. También recuerdo alguna anécdota de él. Los bazares se van perdiendo a favor de centros comerciales (donde uno no encuentra nada) y tiendas de todo a cien (de mala calidad). Pero no es lo mismo. Me he dado cuenta de que estoy enganchada a los bazares antiguos. Ya os traerá algunas novedades. La cocina evoluciona constamente y sus utensilios también.
La semana pasada pasé por el escaparate del Bazar Victoria, en Sevilla, pero esta vez estaba abierto y no pude resistir entrar, fue superior a mis fuerzas. Me gasté 11,35 euros, y salí contentísima co

Un pelador de patatas, con diseño distinto al tradicional. Me dijo el comerciante –un señor encantador y profesional experto- que este modelo lo había traído a petición del público, que siempre lo reclama. Lo he probado y pela fenomenal. Tiene doble uso, además de pelar, corta la patata en formato patata-paja, ideal para bacalao al douro o para nido de patatas.
Los profesores de la Escuela de Hostelería de Sevilla lo llevaban en su maletí

El molinillo de queso es muy útil. El queso rallado es imprescindible en la cocina, para terminar muchos platos. El queso cur

Y por último, un chisme sencillo pero que también tiene su momento: el separador de yemas. La repostería exige en muchas recetas separar yemas de claras, y este invento lo hace fácilmente.

Recuerdo el Bazar Español en Cádiz, en la calle San Francisco, del que aún se conserva la fachada. También recuerdo alguna anécdota de él. Los bazares se van perdiendo a favor de centros comerciales (donde uno no encuentra nada) y tiendas de todo a cien (de mala calidad). Pero no es lo mismo. Me he dado cuenta de que estoy enganchada a los bazares antiguos. Ya os traerá algunas novedades. La cocina evoluciona constamente y sus utensilios también.